Hoy, esa estrella ha vuelto a ponerse delante de mí y se ha propuesto darle un vuelco a mi corazón.
Me resisto a ella al principio...no quiero volver a echarla de menos otra vez. Sufrí mucho esta temporada y no quiero sufrir más. Pero...¿y si esta vez no se fuga? ¿ y si quiere quedarse quieta a mi lado? ¿ Y si es ahí donde reside mi felicidad?
Nunca podré saberlo si no me arriesgo. Decido hacerlo, arriesgarme. Siempre he sido una persona prudente, racional, una persona que piensa las cosas mucho antes de dar ningún paso. Esta vez la carretera de mi vida me pide que pise el acelerador. ¿Voy a quedarme atrás y permitir que se me escape la oportunidad de ser feliz?
Entonces ocurre algo.
Me besas y todo cambia. El tiempo se congela y yo quedo completamente paralizada. Agarras mi mano con fuerza y me prometes no soltarte de ella nunca más. Desconfío pero quiero creerte. Esta vez no tiene que ser igual que la anterior. Por eso, empiezo a creer que nuestro amor no había muerto del todo, que había estado dormido en esa cajita que construí para ti hace trece años para que no me doliese tanto tu partida. Empiezas a crecer dentro de mí, poco a poco. Rompes tu cajita día a día, estando ahí, curando mis heridas, secando mis lágrimas, haciéndome reír y haciéndome ver lo bonita que puede ser la vida a tu lado. Me conquistas el corazón.
Ahora sé lo que quiero. Quiero estar contigo. Quiero hacerte feliz. Quiero compartir cada segundo de mi vida contigo. Quiero que formes parte de todo, de las cosas importantes y de las que no lo son. Quiero contar contigo y que cuentes conmigo por y para todo. Quiero quererte cada día. Quiero besarte cada rincón del alma y acariciar tus orejas con ternura cuando despiertes por la mañana. Quiero perder las fuerzas al abrazarte de tanto quererte. Quiero descubrir el mundo agarrada de tu mano. Quiero ver el universo en tus ojos, esa estrella que quedó grabada en mí hace trece años. Quiero verla siempre, todos los días. Eso es lo que quiero.